Ya sólo quedan restos del 25-M. Javier Arenas sigue sonriendo en los carteles a pesar de que ya le hemos visto en la tele con la melancolía dibujada en el rostro. En el perfil de Twitter de Antonio Sanz, su número dos, aparece aún el eslogan popular pidiendo cambio. Mientras en internet queda el eco de la que fue la estrategia 2.0 del PP, el partido más activo y con más medios, los dirigentes populares han ido replegándose en las redes sociales. Arenas sólo ha lanzado dos mensajes de agradecimiento desde la noche electoral y Sanz, unos cuantos más, pero sin chicha. Casi por mantener el tipo. Moderación a prueba de disgusto electoral que contrasta con la controvertida presencia digital de uno de los personajes más singulares de la dirección andaluza del PP: Esperanza Oña. Javier Arenas la eligió en su día para ser la dura del Parlamento de Andalucía y ella, mientras se constituye o no, calienta en Twitter, donde tiene 3.000 seguidores. Genio y figura.
Un repaso a sus intervenciones no defrauda. Después de una mañana de domingo electoral en la que ya se levantó escamada (“mucho ojo”, advirtió a los interventores) y en la que, con las urnas abiertas, entabló discusiones con tuiteros, lanzó algún que otro eslogan y reenvió un reportaje de La Razón titulado “España castiga la corrupción”, Esperanza Oña pasó la noche electoral y el lunes de resaca en silencio para volver un día después con toda la virulencia que se echaba en falta en las miradas de sus jefes. Martes, 27 de marzo: “Te duele admitir que el PP ha ganado y el PSOE ha perdido: respeto a la voluntad popular”, espetó sin anestesia a un periodista que comentaba desde su Twitter la mala cara de la mayoría de los miembros de la dirección del PP, congregados en Córdoba.
La cosa fue a más. No sólo por responder a casi todo con una pregunta a la defensiva (“¿es malo?”), sino porque la dirigente del PP mostró sin disimulo ni rodeos políticamente correctos su decepción con la sociedad andaluza: “Lo que queda claro es que la corrupción no pasa factura al PSOE. Ahora tienen un cheque en blanco para seguir practicándola”. Un tuitero sorprendido irrumpió para reprocharle aquello que pasó en Valencia con el caso Gürtel y ella zanjó con agilidad: “No es igual ni de lejos. Siempre he opinado que la corrupción importa poco. Indica los valores que tiene la sociedad”.
¿Que alguien le acusa de tener «mal perder»? Ella no se viene a menos: “¿Por qué? Concrete”, repregunta retadora. “Y si Rajoy no toma más medidas como las que está tomando, nos intervendrán. Qué bien, no?”, afea a alguien que lamenta los recortes. “Qué fanatismo. El fraude de los ERE es nuestro? Usted se desacredita con esa afirmación”, reprocha minutos después a un internauta que se había alertado por el siguiente mensaje de Oña: “El PSOE ganó en los pueblos de la corrupción en los que más ayuda fraudulenta se ha repartido. Qué indica?”. Por si alguien no lee entre líneas, se explica y vuelve a echar en cara a los votantes su desatino: “Llevamos meses denunciando las ayudas fraudulentas que, por cierto, seguirán”. Insiste cuando critican su discurso: “No líes tú. Yo repito: en los pueblos donde hubo más reparto fraudulento gana el PSOE. Sin más. Es duro, eh”. El resultado, concluye alguien, es “sabio”. Niega la mayor, claro: “Sabio es paro 0, ser implacable en la ética, tener el mayor nivel educativo, no tener que emigrar…”.
Miércoles 28, víspera de la huelga general. Después de varias incursiones en el feminismo a cuenta de la cámara que grabó a Diego Valderas refiriéndose a una delegada como “la de las tetas gordas” y de críticas al PSOE por abrir ahora la mano a la investigación parlamentaria del caso ERE, Oña se afana con la propaganda antisindical. “El kit del piquete: chorizo, pollo, fruta… y silicona. Se respetará el derecho al trabajo? Me temo que no”. Otro: “Una madre pide salir 15 minutos de un curso sindical para dar el pecho a su bebé y UGT se lo negó aconsejando un saca leche”. Coincidió que a esa hora pasaba por ahí un tuitero que se define como psiquiatra interesado por la política y la economía. Tuvo a bien lamentar que la reforma laboral pueda acarrear más paro. ¿La respuesta de la alcaldesa? Como si se dirigiese al mismísimo portavoz del PSOE en la arena parlamentaria: “El PSOE, 5 millones de parados. Difícil de superar. Pero eso no lo critica”.
A UGT y CCOO fueron dirigidas sus consignas más afiladas a medida que se acercaba el 29-M, un día en el que fue especialmente activa en Twitter. La alcaldesa de Fuengirola se erigió en vocera de noticias que, casi siempre, restaban normalidad a la jornada. Acusó a un bloguero de IU de defender “la agresión y el acoso” a quienes quieren trabajar, señaló a Willy Toledo como líder de un piquete que ha “destrozado un bar” y aseguró que “trabajadores de la Junta denuncian coacciones por ir a trabajar y Pastrana (UGT) lo justifica. No respeta derechos”. Todo ello salpicado de alguna que otra referencia al dinero que reciben los sindicatos y al que, a su juicio, era el motivo de la convocatoria, defender su estatus.
Se acabó la campaña electoral y el envío diario del “vídeo-minuto” con el mensaje electoral de Esperanza Oña, pero la diputada electa no pierde el tiempo ni se pierde. Dispara a todo lo que se mueve desde su tribuna en la red. Implacable. Directa. Combativa. Indignada a veces y aleccionadora otras, reconocible siempre detrás de cada comentario. Quién le iba a decir que 140 caracteres le iban a dar para tanto.